lunes, 27 de octubre de 2014

¿Este bebe?

Fue Paqui la que preguntó pero nadie hizo caso. El taxista porque miraba como siempre el fondo del vaso vacío, como si allí estuviera la explicación de sus desdichas. Betty ni la oyó, había entrado a la trastienda con al idea de reponer cervezas. La pelirroja, enfrascada en su lectura, no pareció ni oírla y en caso de haberlo hecho desde luego no se habría enterado de a quién se refería. Honorio, con sus chanclas amarillas sobre los calcetines de cuadros, podía haberla escuchado, pero justo le entró la pregunta por el lado por el que no oye nada, ni gritos. El portero todavía no había llegado al bar, como la nueva chica de la ORA.
Así que la mujer rubia de bote se impacientó
-Ni puto caso. Betty,  joder, ponme otra.
Como no puso nada, por estar fuera, Paqui empezó a aporrear la barra del bar con su copa de anís vacía. La hizo añicos y se cortó la mano.
Honorio no oye de un oído nada pero vio enseguida la sangre en la mano de la mujer. Sacó su pañuelo arrugado, de color ya algo indefinido, y con él y unas servilletas intentó contener la sangría.
-Quita, que no es nada.
Así entró Betty y vio el revuelo. El taxista, no, que seguía mirando el fondo de su vaso. La pelirroja, tampoco, sentada en el taburete, leyendo.
Volvió a la trastienda a por una gasa limpia.
-Honorio, por dios, echa ese pañuelo a lavar.
La mano de Paquí quedó vendada, Honorio guardó el pañuelo ahora también con sangre en su bolsillo y en la televisión seguían hablando Pepa Bueno y el ministro de Hacienda.
-Te decía si tu amigo bebe. Dijo Paqui por el lado que sí oye Honorio.
-Oye, guapa, que ese no es mi amigo. Porque le de conversación cuando viene por aquí no soy su amigo. Ni ganas. No es de mi ambiente.
Paqui explicó entonces que a ella la manera de hablar del ministro le parecencia el de una persona que bebe. -Eso se ve.
Lo dijo cuando Montoro, dubitativo, con al lengua algo atrapada y el entendimiento buscando salidas dialécticas intentaba contestar a la periodista Pepa  Bueno que le decía en la tele que tras una semana en la que se imputaba al secretario general de su partido, en la que se decía que podía haberse pagado con dinero de una contrata las elecciones del PP, lo de Rodrigo Rato, que un juez sospeche que su sede se ha arreglado con dinero negro, que nos diga usted aquí que se trata de casos aislados...
-Mira, ¿no ves que se le traba la lengua?
-Pues ya veis que aquí sólo toma Mirinda, aclaró Betty.
-Apaga eso, ¿no nos vamos a librar de ese o que?.
El que habló fue el zapatero que cada vez que entra Montoro en el bar de  Betty él se sale en un acto de rebeldía que no entiende nadie. El ministro va al bar por ver de cerca la  España real, el zapatero se va, los parroquianos no hacen caso ni a una acción ni a otra. Uno se va, incomprendido, y el otro vuelve a entrar. 
Ahí fue cuando Montoro, la lengua estropajosa, dijo unos nombres de colegas, no vocalizó, dudó, trastabilló y afirmó que había ido al programa a otra cosa.
Paquí hizo un gesto entre los hombros y la mirada, más para sí que para los otros:  lo que yo decía.

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