miércoles, 19 de diciembre de 2012

Entre corbatas


El director de la caja y el ministro tienen en común varias circunstancias básicamente físicas, aunque algunas también son síquicas: el traje oscuro, la corbata roja, la camisa blanca, los gemelos, los rizos en el cogote, la gomina, el afeitado apurado, una cierta manera de mirar contradictoria, el envaramiento del cuerpo y la propensión diplomática a la sonrisa. Luego hay matices que los diferencian, muchos igualmente físicos y otros síquicos: uno tiene pelo y otro no, la calidad y procedencia de los gemelos es distinta, la edad..

Pero en el bar de Betty ambos parecen estar en una parte del mundo, justo en la otra orilla que el resto de los parroquianos. Comparten aproximadamente un metro de la barra, uno ante su consabida Mirinda, el otro ante lo que dice ser el quinto café de la mañana.

El zapatero, los dos trabajadores de la telefónica, la rubia del estanco, Paqui y la mujer que prueba suerte en la tragaperras también toman un tentempié mañanero pero forman parte del paisaje, ni destacan ni suponen presencias extrañas. Comparten café con leche y curiosidad por la pareja encorbatada. Los miran como si esperaran que pasara algo. La mujer que mete monedas en la ranura de la máquina ni ha tocado su café que hace rato que se enfrió.

-Se lo caliento. Pregunta Betty.

La mujer dice que vale, que gracias.

Montoro saborea su Mirinda ensimismado, sin prestar atención ni al lugar ni a los presentes. El de la caja, a su lado, se estira las mangas de la chaqueta, se ajusta la corbata, mira al ministro. Betty, y cualquiera, nota que busca entablar conversación

Se lanza

-Ha estado muy bien en su contestación.  Lo felicito

-¿Perdón?

No esperaba ser interpelado en el bar. Apenas ha logrado que un jubilado en chanclas le lance una andanada, las más de las veces de forma indirecta. Sus intentos de mezclarse, y entender, la  España real no da frutos de momento. Aunque se considera un hombre con tesón y confía que un día va a lograrlo. Así que se ve sorprendido. Menos espera todavía la amabilidad.

-Cuando ha dicho que le hacían una pregunta impertinente e inconveniente, que era un despropósito preguntarlea usted por la corrupción de Baleares.

-Hombre, por dios, es que no sé cómo se atreven a darnos lecciones cuando han dejado el país como lo han dejado

Y antes de entrar a compartir visiones y filosofías el director de la caja se presenta

-Manuel Martin Morales, director de sucursal de Caja Madrid, ahora Bankia.

-Encantado. El político lo dice de modo automático, sin enterarse muy bien de quien le da la mano.

-Este busca algo. Dice el zapatero sin dirigirse a nadie en particular y sin dejar claro a quien se refiere.

Pero Betty entiende perfectamente que el zapatero habla del director, que puede que lo despidan y que lleva días preguntando cuando suele pasarse por el bar el ministro.

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